Los Programas de Transferencias Monetarias Condicionadas (PTMC) del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) tienen rostros de mujer. De acuerdo con un informe de la institución, el 68.80% de los beneficiarios de los cuatro programas: 120 a los 65, Red de Oportunidades, Ángel Guardián y el Bono Alimenticio Nutricional de SENAPAN son mujeres.
En total son 121,891 mujeres rurales, campesinas, emprendedoras y de regiones indígenas que reciben ingresos económicos que les permite adquirir alimentos, medicamentos y artículos de primera necesidad.
El informe del MIDES destaca que la mayor cantidad de mujeres 67,869, están en el programa 120 a los 65, que brinda protección a mujeres mayores, que no lograron entrar a los sistemas de protección laboral.
El segundo programa con la mayor cantidad de beneficiarias es Red de Oportunidades, que tiene 40,006 mujeres, seguido de Ángel Guardián con 7,225 y el Bono Alimenticio Nutricional de SENAPAN que tiene 6,791 inscritas.
El programa 120 a los 65 brinda protección a mujeres de edad avanzada. De acuerdo con el informe 4,955 mujeres tienen más de 90 años, de este grupo 510 tienen más de 99 años.
Entre este grupo de mujeres está doña Felipa Rodríguez, de 110 años, oriunda de la provincia de Veraguas. Nació el 5 de febrero de 1914 entre matas de café, disfrutando el placer que solo brinda el campo.
Trabajó desde pequeña pilando arroz, cosechando yuca, maíz en la huerta de su padre, pero en ninguno de los trabajos informales que realizó pudo pagar un seguro social. Felipa relata que, en el corregimiento de El Cuay en el distrito de Santa Fe, donde creció, no había empresas, fábricas o talleres que brindaran empleos formales.
Con las transferencias, Felipa cubre sus gastos básicos y compra sus medicamentos que, por su edad avanzada, debe tomar periódicamente.
Los PTCM también impulsan el desarrollo de la economía local en las áreas rurales, permitiéndoles a las mujeres generar emprendimientos sostenibles.
Un ejemplo de esos casos exitosos es la historia de Aurelina Ortiz, beneficiaria de las Redes de Oportunidades, que en una hectárea de terreno tiene tinas de tilapias y parcelas de arroz, maíz, camote, ñame, yuca, frijol, habichuela, tomate, pimentón, zapallo y otros productos más.
Este emprendimiento, que cuenta con el respaldo técnico del MIDES, tiene lugar en la apartada comunidad de Río Chique Quije, en la provincia de Coclé donde la institución tiene una escuela campo (parcelas demostrativas) donde mujeres rurales promueven una agricultura sostenible.
Los PTMC también protegen a mujeres con discapacidad severa
Los PTMC también son inclusivos. A través del programa, Ángel Guardián protege a 7,225 niñas, adolescentes y mujeres con discapacidad severa. Se trata de una población vulnerable que, por su condición, requieren atenciones especiales.
La mayoría de las beneficiarias de este programa se encuentra en la provincia de Panamá (1,888) seguido de Chiriquí (1,232) y Panamá Oeste (948).
Para Xiomara Góndola, Ángel Guardián le ha permitido solventar los gastos de su hija Yasneidy diagnosticada con Síndrome de Down.
“La transferencia del MIDES me ayuda a comprar los alimentos y los artículos de aseo de mi hija. Somos una familia humilde que reside en la comunidad de Pueblo Escondido que está muy agradecida con el programa Ángel Guardián”, indicó Góndola.
Los beneficios van más allá de la transferencia económica. Con los talleres que brinda el programa, Yasneidy de 20 años, ha incursionado en la danza folclórica.
Actualmente, forma parte del conjunto típico del MIDES de Colón. Esta actividad que realiza sin ningún tipo de remuneración le permite integrarse a la sociedad.
Otro caso de éxito es de María y Ana Guevara, de 39 y 24 años, respectivamente, ambas madres de hijos con discapacidad severa, han encontrado en este programa un lugar para trabajar y llevar comida y recursos a sus casas.
Estas hermanas son dueñas de la Huerta “Tierra Linda” donde cosechan cebollas, pimentón, pepino, zanahoria, tomates, ají, zapallos y otros rubros. Este emprendimiento lo han desarrollado con la ayuda técnica del MIDES que le ha facilitado semillas certificadas y asesoramiento técnico.
Por la discapacidad que tiene mi hija Lucía me he dedicado a cuidarla a tiempo completo, pero este proyecto me ha permitido generar ingresos que me ayudan a mejorar la calidad de vida de mi familia, relató María.
Mientras que Ana, al igual que su hermana, se dedica a tiempo completo al cuidado de su hija. Por primera vez, está desarrollando una actividad rentable que le está generando ingresos.
El MIDES reitera que seguirá desarrollando proyectos y programas para impulsar el empoderamiento de las mujeres, sobre todo de aquellas que residen en poblaciones vulnerables con el propósito de que muchas de ellas, logren los ingresos suficientes que les permita llevar una vida digna, y menos dependientes de los programas estatales.